18 may 2014

TRABAJO SUMERGIDO



(El pluriempleo sin la firma de contrato laboral de por medio, sabido es de todos 
que se ha ejercido siempre)




En tiempos de escaseces extremas como fueran las dos primeras décadas de post-guerra, al haber tanto trabajo atrasado y ser la mano de obra tan barata, no faltaba empleo para casi nadie.  Por tanto, con sueldos tan canijos y tantas necesidades por cubrir igual para empresarios que para trabajadores, el pluriempleo era lo apropiado para intentar sobrevivir. 

Pues prolongar la jornada laboral a base de hacer horas extraordinarias ya se hacía como parte de la solución, pero no resultaba rentable para las empresas, porque el rendimiento del trabajador, por lógico cansancio, descendía ostensiblemente.

De ahí que empleados fijos, con oficio aprendido, muchos de ellos hay que reconocer que con sueldo de insulto, en sus horas libres, fines de semana, fiestas de guardar incluso vacaciones, ejercieran el pluriempleo fuera de la empresa. Y es que, además de lo estimulante que resulta salir de la rutina diaria cambiando de faena, servía para complementar los ingresos a fin de mes. Lo cual significaba que el consumo aumentase y el nivel de vida también.

Recordemos que vivíamos en un país todavía en ruinas, con multitud de pueblos y ciudades destrozadas por los obuses y las bombas, y exigía toda clase de medios y esfuerzo para reconstruirlo.


-    ¿No te habrás olvidado de lo que me prometiste? -oigo que le dice una señora del barrio a mi vecino el pintor-.

-     No, señora, no me olvido de ustedes -respondió éste-. Quedamos en que ya me dirían cuándo terminaba el albañil, para poder ir nosotros. 

-      Tiene usted razón, la culpa es mía -se disculpó la señora-  perdone.  Pero el albañil hace una semana que acabó su trabajo y ustedes ya puede venir cuando quieran.

-      Si le parece, el lunes pasaré a anotar el trabajo que hay que hacer y lo que tiene que preparar.  Y si no pasa nada, el próximo fin de semana vamos y le pintamos el piso. 






Pero el pluriempleo de entonces nada tiene que ver con el que se ejerce ahora. Antes lo hacía quién lo precisaba para comer y cubrir las necesidades mas elementales del hogar, y ahora suele hacerlo incluso quién no lo necesita. Lo ejerce quién tiene influencias y poder para ocupar varios cargos a la vez, emblemáticos algunos pero profusamente retribuidos.

Los primeros luchaban para salir de la miseria y  no ver pasar hambre a sus hijos.  Y  los otros, los del puro y la poltrona, como el país es una potencia económica -es lo que se nos dice- dos, tres, cuatro o mas cargos los ocupan con el único afán de enriquecerse. O lo que es lo mismo: por avaricia.

Desde hace algún tiempo prolifera una nueva casta de críticos para todo (hay quién les llama "critrincones") que ejercen el pluriempleo sin necesidad económica aparente. Me refiero a esos tertulianos que van de emisora en emisora y de plató en plató; políticos, periodistas, profesionales liberales, que algunos tienen su propia empresa y otros un trabajo fijo cumplidamente remunerado a los que no les hará falta para comer.  

Por tanto sería un hermoso gesto, que colaborasen solidariamente y parte del dinero que se les paga en alguna de esas tertulias fuese a parar a comedores sociales, becas de estudio o a familias pobres con dependientes a su cargo, por ejemplo.

Algo que tampoco acabo de entender es, cómo a esos debates donde se discute de todo lo que se entiende como noticia y tiene un mínimo interés público, no hay sitio para los auténticos protagonistas de esos dramas tan sangrantes que a tantos nos hieren el alma y el poder ignora. Personas desahuciadas por no haber podido acabar de pagar su casa, estudiantes con carrera terminada haciendo la maleta para emigrar por necesidad, viudas/viudos o parejas de ancianos a los que se les ha robado sus pequeños ahorros miserablemente, que guardaban en su Banco de confianza para que a la vejez les sirviese de sostén y poder disfrutar de una vejez sin apuros.  

Claro que a los verdaderos cristianos, a los creyentes de buena fe que serán la inmensa  mayoría, les consolará saber que en el cielo, donde se supone que van a parar todas las almas buenas, nunca faltan plazas para los pobres.

Para los otros, para esos que además de tenerlo todo viven con ansia de poder y de dinero, para su desgracia, ya tienen la suya asegurada en el purgatorio o en el infierno.








































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