30 jun 2013

GIMNASIA MENTAL

Ahora, a la vejez, después de pasar mas de tres cuartos de siglo, me vienen a la memoria recuerdos de cuando aun era un adolescente que hace que vuelva a revivirlos como si fuese algo todavía cercano y me alegro.

Aunque sean simples anécdotas las escribo y así hago "gimnasia mental" muy recomendable - dice quién entiende de eso - a mi edad. Por ejemplo; viendo la televisión, un programa de televisión dedicado a los animales de compañía me hizo recordar que en casa de mis padres, en el pueblo, siempre tuvimos perro y alguna vez creo que hasta dos. Pero de entre todos, tuvimos uno pequeño de raza desconocida muy dócil y querido por toda la familia. Le llamábamos "kuki". Tenía el pelo de color paja con el hocico y las orejas negro y una lista en el lomo y buena parte del rabo también oscuro. Muy casero pero un poco golfo. Le gustaban las hembras y golfeaba hasta donde podía, ¡pues era tan pequeño...!.

 Gatos también los hubo y casi siempre mas de uno. Los gatos prefieren tener mas independencia que los perros. Y aunque aceptan menos caricias que éstos, se les quiere porque son muy útiles en las casas de labradores, generalmente de planta baja. Y es que en los amplios patios, el corral donde se guarda la leña, el pajar, el granero, .... son espacios donde suelen aparecer crias de ratones constantemente y los felinos, desde pequeños, ejercen las funciones del mejor raticida no contaminante.

 Ya casados y con un bebé, en nuestra primera vivienda, tuvimos un hermoso gato blanco y negro que atendía por "Manolo". Este gato, además de agradecer las caricias que recibía de todos nosotros, como tenía una inteligencia brutal, cuando nos íbamos a dormir desaparecía sigilosamente y poco antes de amanecer regresaba con sus "necesidades" cubiertas, se posaba en el poyete de la ventana de nuestro dormitorio y se ponía a maullar para que le diésemos entrada. Como yo tenía que madrugar para ir al campo, él reemplazaba al despertador. Le abría la puerta y después de "ronronear" entre mis piernas a manera de agradecimiento, como había velado toda la noche, se acomodaba a los pies de la cuna donde dormía nuestro niño y emocionaba verles dormir a los dos.

 Un día desapareció y no le vimos mas. Su ausencia nos costó aceptarla incluso hizo que derramásemos alguna lagrimilla.

Ya no tuvimos otro
CATEGORÍAS: