22 abr 2012

Tomando el fresco.

Hablábamos mi esposa y yo acerca de las diversas costumbres de convivencia que había entre los vecinos incluso familias del pueblo donde nos criamos los dos (aunque -por lo visto- eso se daba en todos los pueblos de la España rural) que nada tienen que ver con cómo se vive ahora. No aseguro que aquellas costumbres de entonces fuesen mejor ni peor que las de ahora, faltaría mas!.
Mi mujer, que siempre ha sido mucho mas "de la casa" y reconozco que también de la familia, dice que las relaciones de vecindad de ahora son peores, porque éstas son mucho mas distantes e infrecuentes, y lo argumenta. Dice que los vecinos nos limitamos a saludarnos con un simple gesto, cuando nos encontramos, ya que la mayoría de las veces unos u otros vamos con el teléfono móvil pegado a la oreja y la mirada perdida, como si estuviésemos ausentes, y por tanto nos conocemos poco. Y la comunicación a través del correo electrónico es un recurso tan artificial y frio, que solo está bien cuando se trata de hacer un cumplido, sin más.
Es tanta la realidad que desprendían sus palabras, que no admitían la mas mínima contradicción, por mi parte. Lo único que pude hacer es reforzar su teoria recordando aquellas tardes de verano en que las familias, después de cenar, acostumbraban a regar el trozo de calle que correspondía a cada fachada y sentarse a tomar el fresco. Algunas tertulias se prolongaban hasta última hora de la noche, en que la gente se iba a la cama tras despedirse con el "hasta mañana" de rigor. A lo que los demás respondían con el no menos riguroso y sincero: "hasta mañana y ha descansar".
Así de sencillo todo.

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