16 oct 2011

De buena fe

De buena mañana paseaba con S. por el frondoso jardín del Hotel de su propiedad y durante el paseo me explicaba lo que eran las obras de acondicionamiento y mejora que ultimamente habían realizado en la finca: la piscina, la barbacoa, el bar, el toldo de la terraza, etc... y en el fondo, en un amplio solar cercado perteneciente a la misma finca, veo moverse torpemente una caballería de color oscuro, escuálida, muy flaca, y pregunto:

¿Ese caballo es vuestro?. Porque es un caballo ¿o no?.

- Sí, es una yegua que compramos a unos gitanos hace unos días. Nos la ofrecieron, y al ver lo mal que estaba nos dio lástima y nos la quedamos por ver si podíamos hacer algo para mejorarla. También -no hay que negarlo- porque nos pidieron muy poco por ella.

Pues menuda compra! aunque la hayáis pagado barata... ¿es que no visteis que aparenta estar enferma?.

- Hombre, enferma, enferma, no sabemos si estará. Pero para lo que nos ha costado no podíamos ser demasiado exigentes. La compramos porque creímos que dándole de comer, y tratándola como dios manda, tal vez mejoraría hasta de aspecto. Además, como J.L. (el socio) entiende de caballos le miró los dientes y dijo que era joven, que lo mas que podía tener ran 5 ó 6 años. Y como aquí tenemos sitio para que retoce a su aire y comida no le va a faltar, pronto sabremos si está enferma o está así por el hambre que esté pasando la pobre. Si dentro de unas semanas vemos que comienza a reponerse, quedaría claro que a este animal no le han dado de comer ni beber lo que necesita.

(Como para mí los animales merecen ser respetados y atendidos como lo que son, me costó poco solidarizarme con mis amigos, respecto de su buena intención, aunque bromeasen con el "sabroso" beneficio que obtendrían si la vendían una vez repuesta).

Acabadas las vacaciones regresamos a nuestra casa y pasadas unas semanas hablamos por teléfono y preguntamos por la yegua. Se puso el buenazo de S. y nos dijo "que estaba muy hermosa, que se habían engordado mucho y que la venderían porque ya valía muchísimo mas de lo que pagaron por ella".
Ya no volvimos a tocar el tema, hasta que en el verano siguiente, tomando unas copas en la cafetería del Hotel, al ver juntos a los dos "socios", se me ocurre preguntar por cómo resultó al final el negocio de la yegua.

- Calla, calla,... -respondieron casi al unísono los dos- el gran negocio lo hizo otro mas listo que nosotros.

Me extraña, porque os conozco, que haya alguien capaz de poner el listón mas alto de lo que lo tenéis vosotros respecto a negociantes.

- Pues te equivocas, en este caso hemos demostrado ser unos pardillos con nota mas alta que el listón al que te refieres. Un cliente, de los que acostumbran a venir a almorzar todas las mañanas, vio la yegua y dijo que nos la compraba. Que le interesaba para ir y venir al campo porque, aunque conducía, no le gustaba visitar las viñas en coche. Y nosotros, creyendo que era nuestro día, le pedimos una cantidad infinitamente mayor de lo que pagamos por ella.

¿Pero es que le hablasteis de precio?.

- Sí, claro. Le pedimos tanto porque entendíamos que era justo. Nosotros la habíamos comprado tan barata, con el riesgo de perder el dinero, porque estaba esquelética. Bueno, tú la viste.

¿Y cómo respondió él? Seguro que os dijo que si le habíais tomado por tonto. ¿O no dijo nada?

- Intentó regatearnos, pero al ver que no teníamos ansia de vender, el muy pillo aceptó el precio y nos adelantó una cantidad en concepto de paga y señal, para asegurarse la compra. Que por la mañana nos daría el resto del dinero y vendrían a por la yegua.

Entonces, si os la pagó tan bien, ¿cómo es que decís que él fue quién hizo el gran negocio, demostrando ser "mas listo" que vosotros?.

- Tiene su explicación. Ese hombre entiende de caballos mucho mas que nosotros y vio que la yegua se había engordad tan pronto porque estaba preñada de 3 ó 4 meses. Lo que nadie sabía es que la había cubierto un burro y parió una milita la mar de hermosa. En cambio nosotros creímos que se engordaba tanto, porque le dábamos de comer todo lo que quería y más.

No es preciso decir cómo corrían las bromas entre todos. Al final la tertulia se convirtió en algo tan divertido que nos alegró muchos de los ratillos que pasamos juntos.










CATEGORÍAS: