28 feb 2011

Bueno, bueno...

Puede que yo sea algo mas raro de lo que creo que soy. Y si así fuese no me gustaría aunque lo acepto. Pues algo tendré, al margen de parecidos físicos, criterio personal, carácter, incluso modos de ser, que me diferencie de los otros. Y alguna de esas diferencias ("rarezas") aparecen cuando se me pregunta por cómo entiendo la reciente Ley anti-tabaquísmo que tanta polémica está generando entre fumadores y no fumadores, así como en gran parte de la sociedad. Creo que, al saber que he sido víctima de cáncer de laringe por consumo habitual -también excesivo- de tabaco, unos me pregunten por ver si respondo que "el tabaco no debería cultivarse, es decir, que habría que erradicarlo sin contemplaciones", o en el mejor de los casos que "se limitara su producción a mínimos aceptables". Y otros para que diga si entiendo o no la gran indignación existente entre quienes prefieren desarrollar su vida social incluida la actividad laboral entre fumadores y no fumadores, con el riesgo que representa vivir envueltos en humo y expuestos a la toxicidad de la nicotina y otras sustancias igualmente nocivas para la salud de las que añaden a las distintas elaboraciones que aparecen en el marcado para ser consumidas.
Empiezo por decir que lo que menos me gusta de la Ley es que prohiba sin más. Lo cual crea a los consumidores, fumadores habituales sobre todo, cada vez que fumen un cigarrillo, un sentimiento de culpabilidad increible. (Saludaba a unos vecinos, empleados del Banco que hay junto a nuestra casa, que estaban fumando un cigarrillo en la calle, al preguntar cómo estaban en la calle con tanto frio como hacía, con fina ironía y con su punto de gracia, repondieron al unísono: estamos fumando en la calle por no delinquir) reimos todos. Hablamos un rato del efecto que está teniendo la nueva Ley, y un pelín sorprendidos decían ver con buenos ojos que, habiendo sido -yo mismo- tan perjudicado por el efecto tabaquismo les comprendiese y me inclinara por recomendar antes que prohibir; disponer y no obligar, etc. Sin embargo, de la industria tabaquera (aquí sí obligaría) no se dice nada sobre si conviene suprimir algunas sustancias tóxicas añadidas, así como restarle poder de adicción a su uso. También hacer abundante publicidad sobre el consumo de tabaco y sus consecuencias, charlas en Centros escolares y lugares de formación educativa, por expertos o experimentados, que instruya, que oriente y no alarme ni asuste a los adolescentes por ser éste el colectivo donde se comienza, generalmente, a consumir tabaco y otras drogas....
Pero claro, mientras haya gente como ese restaurador de Marbella, capáz de hablar de persecución al fumador y ruina de sus "protectores", o esos que creen que si no se erradica todo lo que haya entorno al tabaco la humanidad acabaría "nicotinizada", es decir; enferma sin remedio, mientras exista gente así, tan radical, la discordia irá en alza. No acabará nunca, creo.
Más sentido común, por favor.
Buena semana.



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