10 ene 2011

¡¡¡ Qué tiempos.... !!!

Recuerdo que era pleno invierno, antes de amanecer, enganchaba el carro y salía del pueblo hacia alguno de los "pagos" donde se desmontaban grandes parcelas de monte (encinas y enebros mayoritariamente) con la idea de limpiar y acondicionar el terreno para poder plantar y cultivar viñas. Eran extensiones de terreno, grandes fincas de propiedad privada - algunas cuyos titulares eran familias que ni se preocupaban de ellas - que se aparcelaban y se vendían a mejor precio, si estaban límpias de maleza. Y como la leña cortada era tan abundante y estorbaba para realizar tareas de labranza, la que no quemaban los propios leñadores en el mismo lugar, se amontonaba y se ofrecía gratis a quienes quisieran retirarla. Ni que decir tiene que, gracias a esa posibilidad, mucha gente aliviaba el frio del invierno
De ahí que en mi caso, aunque recogiéramos los sarmientos durante la poda de las viñas, aprovechara la ocasión de almacenar en casa una leña más consistente, para uso propio, y hacer algunos viajes más, cobrando, por encargo de algún conocido, llevarla a la serradora y convertirla en tarugos apropiados para las estufas y así venderla a un mejor precio. Pues eran tiempos de post-guerra y cualquier trabajo, por duro que fuese, si ofrecía algún beneficio había que aprovecharlo cuando menos para sobrevivir a tanta escaséz.
Un día (como este hubo muchos) la temperatura era tan baja que la escarcha cubria la tierra igual que si de una fina capa de nieve se tratara. Y aunque fuésemos bien abrigados, ese tipo de "escarcha" se agarraba en la ropa, en el pelo, incluso en las cejas.
Ya en el tajo, sin reparar en el frio que hiciese, ni en la capa de escarcha que cubria la leña, cargaba lo mas que podía cargar mientras las caballerias daban cuenta del pienso que les ponía y yo comía lo que llevara en las alforjas. Así, una vez repuestos, nos poníamos en camino de vuelta y a primeras horas de la tarde llegaba al pueblo. Descargaba la leña donde hubiera de hacerlo y para casa, hasta el día siguiente.
Hablo del ambiente rural de un "lugar de la mancha" donde las temperaturas en el invierno suelen ser equis grados menos cero, en contraste con los - a veces - mas de 40 grados centígrados de los veranos. Actualmente, y por ventura, casi todos los trabajos se realizan con vehículos a motor, muchos de ellos dotados de aire acondicionado, con lo cual el trabajador agrícola - ahora - es persona con oficio ¡afortunadamente!... En aquellos tiempos, no.
Saludos.
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