26 ene 2011

Antes y después del cáncer.

Sin que tenga excesivos motivos para quejarme por haber contraído desde muy joven distintas enfermedades, alguna de ellas con diagnóstico preocupante en aquél tiempo (Fiebres de Malta, Pleuresía aguda con derrame, entre otras) la que más angustia me produjo a nivel personal incluso a mis familiares más cercanos, fué el cáncer de laringe. Debo señalar, también, que todas ellas las he ido superando sin que ahora las recuerde por las secuelas que me hayan quedado ni siquiera por haber tenido que adoptar un régimen de vida diferente al habitual, excepto en el caso del cáncer que quedé sin nada de voz y muy mermados los sentidos del olfato y el gusto, así como algo disminuida la capacidad para hacer esfuerzo físico. (Me temo que aunque me cuesta reconocerlo, el carácter también me ha cambiado a peor...).
Pero dicho esto, consciente de que puedo caer en el error de repetirme hasta aburrir, me permito comentar lo poco que en mi modesta opinión hemos evolucionado en algunos aspectos referidos a la educación en temas de salud, por ejemplo, en la rehabilitación integral de personas laringectomizadas durante el periodo convaleciente. Pues igual que se enseña a saber qué, cómo y cuando debe comer y beber una persona enferma de obesidad para nutrirse y perder los kilos que le sobren; o en otros casos a adaptarse y manejar adecuadamente algún elemento ortopédico, tras la mutilación de algún miembro, etc, ... a la persona convaleciente de laringectomía total, sin embargo, no se le da la misma oportunidad. Que hace mas de treinta años, cuando tuve necesidad de asistencia rehabilitadora se me dijese que la sanidad en nuestro pais no contemplaba este tipo de asistencia, aunque no lo entendiese, hube de resignarme y "buscarme la vida" como pude y no me arrepiento de hacerlo. Lo que no se me hubiese ocurrido es ni siquiera sospechar que tres décadas después, es decir, al cumplir el siglo XXI los primeros diez años, me encontraría con personas laringectomizadas buscando, fuera del Centro de Salud donde fueron operados, lo mismo que yo tuve que buscar entonces. En poco tiempo, gente recién operada que ha conocido mi caso y mi dedicación en la AECC, me han pedido la ayuda que no les presta la Sanidad pública y no he podido atenderles, ya que por edad llevo unos años retirado.
Hace solo unos días, un familiar de uno de los antiguos "alumnos" que tuvimos en las clases de erigmofonia que se impartían en el Centro de Rehabilitación del Hospital de Sant Pau de Barcelona, un nuevo espacio anexo al servicio ORL donde se asistía preferentemente a los pacientes intervenidos en el propio Hospital hasta su recuperación, como mi tarea, en calidad de voluntario, fué la de coordinar las clases del nuevo centro y me habían hecho depositario de tanta confianza ¡todo un regalo! me llamó para decirme que estaba hospitalizado y quería verme. Estaba en otro Gran Hospital, nuevo, con instalaciones modernas, todo él un verdadero lujo, pero sin preparación para aplicar oxígeno al paciente via traqueostoma. Es decir, nada que hiciera las funciones de la mascarilla cuando el enfermo respira por la naríz y la boca. Las enfermeras, como remedio, le tenian puesta una cánula de las que se usan en quirófano en caso de traqueotomia y creo que es lo mejor que podían hacer... sabía que la falta de material adecuado no era culpa de ellas y no dije nada. Además, el enfermo estaba muy recuperado y pronto se iría a casa.
Lo que no acabo de entender, y de verdad lo siento, es que existiendo medios para curar una enfermedad tan traumática como es esta, no se haga nada, o se haga tan poco, por proporcionar al paciente lo necesario, para que además de aprender a convivir con sus limitaciones, disfrute de la mejor calidad de vida posible.
Si por reiterativo he cansado, lo siento. Pero se que es así de triste por que lo he sufrido en mis propias carnes. Ahora, por si álguien tiene en su mano la solución, permitanmé que lo comente y me desahogue al mismo tiempo.

Hasta otra, amigos/as.
ConDiós.
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23 ene 2011

Hasta ahora jubilarse era una suerte.

Creo haber dicho en alguna ocasión, que dar un vistazo a la prensa diaria es una de mis inevitables tendencias. Antes, mientras estuve en activo, compraba el diario por las mañanas y había día que por excesivo trabajo no tenía tiempo para hojearlo incluso había veces que ni lo desdoblaba. Lo mas que hacía era resolver el geroglífico y el crucigrama, y no siempre.
Ahora con internet es distinto; como estoy jubilado puedo leerme dos o tres periódicos diferentes y aun me sobra tiempo para ver televisión y si se tercia radio. Me gusta medio-enterarme de lo que acontece en el día a día, qué le voy a hacer...
Hoy mismo, en las páginas de política de uno de los diarios mas leídos veo que quienes gobiernan, al margen de otras medidas para intentar superar las dificultades que encuentra nuestro pais para salir de tan agobiante crisis, están estudiando la manera de ordeñar la enjuta teta de nuestras pensiónes como recurso ineludible para ayudar a salir de ella. Y otros, los que esperan el cambio, seguros de que van a gobernar muy pronto, nos intentan convencer de que los pensionistas, los trabajadores (no se si aquí entran los millones de parados y los millares de familias que no llegan a fín de mes... ) unicamente podemos evitar el infierno y nuestra ruina si les damos el voto a ellos. Que como hay dinero -dicen- éstos lo van a administrar mucho mejor y habrá para todos. Vamos, lo mismo que acostumbran a decir siempre que se acerca el fin de una u otra legislatura.
Como detalle, para no caer en el absoluto pesimismo, me he permitido extraer unas frases -nada nuevo- consoladoras.

Una señora que manda mucho y quisiera mandar más dice: "No me parece bien que los mismos parlamentarios que aprueban la congelación de las pensiones se blinden para ellos la pensión máxima" (Esperanza Aguirre).

- ¡Muy bién! A mí también me parece mal.

Otra lideresa: "El objetivo será equiparar las pensiones de diputados y senadores a las del resto de cuidadanos" (Soraya S. de Santamaria)

- ¡Qué graciosa! -dirán algunos de sus compañeros de escaño-.

La recién llegada: "Los ciudadanos nunca van a olvidar que quién congeló las pensiones fué Zapatero. Unos (ellos) creen en los pensionistas penalizándolos y otros (nosotros) premiándolos". (Alicia S. Camacho)

- Claro, en caso que los ciudadanos se olvidaran, ella o alguno de los suyos ya se encargará de recordarlo. ¡Faltaria más!

Ah, el referido periódico también trae esta ... promesa?: "Prometo cuidar el dinero del contribuyente, al que le cuesta mucho pagarlo, por que le cuesta mucho ganarlo. Vamos a dar ejemplo yá".
(Mariano Rajoy) el jefe.

- A mí, las promesas de los políticos me resbalan casi todas, "alomojóoo" esta no... quién sabe. Lo que me temo es que a los jubilados, por ser viejos, no se nos debe hacer mucho caso, o sí?.

Condiós y hasta otra.
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10 ene 2011

¡¡¡ Qué tiempos.... !!!

Recuerdo que era pleno invierno, antes de amanecer, enganchaba el carro y salía del pueblo hacia alguno de los "pagos" donde se desmontaban grandes parcelas de monte (encinas y enebros mayoritariamente) con la idea de limpiar y acondicionar el terreno para poder plantar y cultivar viñas. Eran extensiones de terreno, grandes fincas de propiedad privada - algunas cuyos titulares eran familias que ni se preocupaban de ellas - que se aparcelaban y se vendían a mejor precio, si estaban límpias de maleza. Y como la leña cortada era tan abundante y estorbaba para realizar tareas de labranza, la que no quemaban los propios leñadores en el mismo lugar, se amontonaba y se ofrecía gratis a quienes quisieran retirarla. Ni que decir tiene que, gracias a esa posibilidad, mucha gente aliviaba el frio del invierno
De ahí que en mi caso, aunque recogiéramos los sarmientos durante la poda de las viñas, aprovechara la ocasión de almacenar en casa una leña más consistente, para uso propio, y hacer algunos viajes más, cobrando, por encargo de algún conocido, llevarla a la serradora y convertirla en tarugos apropiados para las estufas y así venderla a un mejor precio. Pues eran tiempos de post-guerra y cualquier trabajo, por duro que fuese, si ofrecía algún beneficio había que aprovecharlo cuando menos para sobrevivir a tanta escaséz.
Un día (como este hubo muchos) la temperatura era tan baja que la escarcha cubria la tierra igual que si de una fina capa de nieve se tratara. Y aunque fuésemos bien abrigados, ese tipo de "escarcha" se agarraba en la ropa, en el pelo, incluso en las cejas.
Ya en el tajo, sin reparar en el frio que hiciese, ni en la capa de escarcha que cubria la leña, cargaba lo mas que podía cargar mientras las caballerias daban cuenta del pienso que les ponía y yo comía lo que llevara en las alforjas. Así, una vez repuestos, nos poníamos en camino de vuelta y a primeras horas de la tarde llegaba al pueblo. Descargaba la leña donde hubiera de hacerlo y para casa, hasta el día siguiente.
Hablo del ambiente rural de un "lugar de la mancha" donde las temperaturas en el invierno suelen ser equis grados menos cero, en contraste con los - a veces - mas de 40 grados centígrados de los veranos. Actualmente, y por ventura, casi todos los trabajos se realizan con vehículos a motor, muchos de ellos dotados de aire acondicionado, con lo cual el trabajador agrícola - ahora - es persona con oficio ¡afortunadamente!... En aquellos tiempos, no.
Saludos.
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2 ene 2011

Con la ventana abierta...

Hoy, día uno del mes uno del año once (1-1-11) de este siglo, hace pocas horas, entró en vigor la nueva ley ANTITABAQUÍSMO que amplia ¡y de qué manera! los espacios donde los consumidores de tabaco no deben fumar. Una disposición con la que unos están (estamos) de acuerdo y otros no, como ocurre con casi todo lo que ha de imponerse por ley tras ver que las advertencias no sirven para nada.
Horas antes de entrar en vigor la polémica ley y en un programa de televisión, de los mas vistos los sábados por la noche, un grupo de tertulianos con criterio distinto sobre el tema a tratar se enzarzaron en una discusión donde el radicalísmo de unos y otros, defendiendo cada cual su postura, convirtieron la tertulia en un griterio del peor estilo. Hasta el punto en que el señor presentador-moderador del programa, viendo que así no se llegaba a conclusión alguna y por respeto -creo- a la audiencia hubo de dar por finalizada esa parte de la tertulia. Pues el énfasis con que alguien B.E. defendía su libertad y el derecho a fumar cuando y donde le viniese en gana, contrastaba con la defensa a ultranza que hacía S.G. de la nueva Ley por haber haber sufrido severamente los efectos del "tabaquísmo", víctima de su propia debilidad o simple desconocimiento, convertido, ahora, en defensor radical de todo fumador pasivo y muy particularmente de los niños.
Tras marcharse los mentados tertulianos y hacer un pequeño descanso, el programa retomó el tema con una persona invitada, M.G.K., luchadora contra su cáncer -así lo dijo- por excesivo consumo de tabaco. Esta persona, con una seguridad y calma ejemplarizantes, dió una soberana lección especialmente a quienes, todavía, se resisten a creer que la defensa contra el tabaquísmo, como contra el cáncer en general, es una lucha en la que deberíamos participar todos, la sociedad entera. Gente que cree que el cáncer es una enfermedad de otros y como a él no le afecta, ni es contagiosa, intenta ignorarla.
De ahí que la persona invitada recomendara hablar de cáncer como de cualquier otra enfermedad curable, eso que ella misma cuando supo lo que le pasaba evitó que su familia lo supiese, rogando a su médico que "a ella le dijera con toda claridad lo que tenía, qué podía pasarle y qué hacer para intentar superar tan complicada situación..." pero que no pasara de ahí para no angustiar a su entorno más próximo.

Cuando hablaba de que está comprometida y colabora con la Asociación española contra el Cáncer, hubo una llamada de alguien (no dió el nombre) para decir que "gracias a la persona invitada, el día que supo lo de su cáncer por fumadora, dejó de fumar y no ha vuelto a hacerlo". Y ésta respondió: "nada que no sea como lo que acabo de oir me haría más felíz". Y el público presente, como harían muchos televidentes, le dedicaron el mayor y más prolongado aplauso de la noche, seguro.

¡Bien sabe dios que la entiendo!. Treinta años antes que ella pasé por una experiencia similar a la suya y luchando primero contra mi cáncer y después contra el cáncer de otros hasta lograr la rehabilitación conveniente, los signos de reconocimiento al apoyo que recibian y las respuestas iguales o parecidas a la de esa llamada, si repasara mis cuadernillos de notas, serían incontables.

Por tanto, sin alarmísmo pero con naturalidad, comentemos lo bueno que sería el cumplimiento de esta nueva Ley para la salud de todos.

Vivamos esperanzados y al final veremos donde y cómo estamos un año después de hoy. Me imagino que superado el "mono" habrá mucha gente un poco más feliz. A ver...

Condios, amigos. Hasta otra.




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