3 nov 2010

Yo soy inmigrante, y qué?

Como las personas jubiladas tenemos tiempo para todo, al acabar de comer nos permitimos una sobremesa que hasta ahora, por exigencia de los horarios de trabajo, no pudimos hacer. Esta de hoy, saboreando los últimos panellets y nuestra copita de cava, la hemos alargado algo más que otras. Y es que no hemos podido evitar recordar que ayer, día 2 sobre las 11 de la noche, se cumplieron AÑOS del comienzo de la aventura más arriesgada que pudimos imaginar. Este día y a esa hora, después de pensarlo mucho y durante algún tiempo, este humilde mortal daba la espalda al ámbito rural del lugar de orígen con el propósito de conocer si la vida urbana nos ofrecía un futuro mejor. Nos consolaba saber que mucha gente en particular jóvenes -como éramos nosotros- no se resignaba a sufrir la rusticidad del ambiente rural y salía a buscarse la vida en otros lugares. Si llamo "aventura" a nuestra decisión (digo "nuestra" por que la tomamos los dos) es por que el lugar elegido, y no crean que exagero, no lo conocíamos nadamás que por referencias y por el mapa, claro.
Después de superar (quisiera creer que con nota) el periodo de adaptación necesario, la verdadera conclusión es la de no habernos equivocado al elegir Cataluña, esa es la verdad.
No obstante y dando gracias todos los días, al recordar que MJ se pasó la mayor parte de aquellos días llorando y pidiendo por mí, y volver a comentar que las más de 20 horas que duró mi viaje entre esperas en las frias estaciones y transbordos de un tren a otro, yo no pude ni comer ni separarme de la emotiva imágen de la despedida, con gran parte de la familia presidida por mi esposa y nuestro hijo, cuando el autocar cerró las puertas y arrancaba para llevarnos a una veintena de viajeros a la estacíón de ferrocarril donde yo cogería un tren mixto (más de veinte vagones con mercancías diversas y cuatro o cinco de pasajeros) procedente de Sevilla y con final en Barcelona. Al recordarlo mas de medio siglo después, nos hemos vuelto a abrazar emocionados y felices los dos. Y por qué no decirlo: se nos ha escapado alguna lagrimilla.
Alguien lo entenderá, seguro.

Saludos afectuosos y hasta otro rato.
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