7 oct 2010

Televidente por placer

No se si me arrepentiré, pero he cogido una excedencia o baja temporal voluntaria, como televidente frustrado. Debo decir, también, que nunca me consideré un adicto a la televisión, ni siquiera a las retransmisiones de partidos de fútbol, baloncesto o tenis, que son deportes por los que tengo cierta debilidad. Me recreo, disfruto, viendo alguno de los partidos o carreras de motos y documentales sobre modos y costumbres de los pueblos incluso los referidos a la vida animal en general, siempre que puedo. Es decir, que intento ser televidente por placer, que no por vicio.
Hasta hace poco, la mayor parte de mi "tiempo libre" lo invertía en preparar las clases de "erigmofonía", para la rehabilitación de laringectomizados por cáncer de laringe, en centros especializados, con los que estaba (aun lo estoy) comprometido. También he participado de charlas-colóquio en los Institutos de enseñanza recundaria (ESO) con motivo de las campañas antitabaco, informando a los escolares (adolescentes) acerca del "efecto tabaquismo" y en todo ese tiempo la televisión, para este humilde mortal, casi no existía. Tanta actividad, estando jubilado, no solo me ha enriquecido personalmente, si no que ha mejorado significativamente mi calidad de vida a nivel familiar y socio-vecinal.
Pero veamos por qué me he tomado un tiempo de espaldas al televisor: Como soy de carne y hueso y a mis años no dejo de hacer cosas, al sentirme cansado me acomodaba en el sillón y para no dormirme cogia el mando a distancia y daba un "paseo" por los canales mas vistos ¡que horror!: los noticiarios ocupan su espacio enseñando muertos por todas partes, políticos corruptos (menos mal que son presuntos, todavía) incluso gobernantes amenazando constantemente con que lo peor de la crisis no se conoce aún.... etc.
Sobre los programas de entretenimiento -dicen- solo daré dos nombres (personajes públicos por vocación) para que nadie se enfade conmigo y me acuse de invasor de intimidades. Entre las aventuras de Dinio "El cubano", desde hace unos años, y las cómicas y no menos extravagantes peripecias sobre la vida y la "suerte" de Belén Esteban, contado todo ello por equipos de "trituradoras/es a sueldo" bien engrasadas, aguantar dos horas de televisión sin cerrar los ojos ni ruborizarse, tiene su mérito.
Yo abandono, lo siento.
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