24 sept 2010

entretiempo...

Hablando con nuestro nieto le comentábamos que, cuando su madre (nuestra hija) era pequeña, alguna vez preguntó si nosotros éramos pobres de verdad. Imagino que el motivo por el que la niña preguntaba no sería otro que la simple curiosidad de saber qué signifacaba ser pobre, ya que en casa no teniamos demasiadas ni grandes carencias económicas, dado a que nuestros ingresos por ser asalariados eran suficientes para cubrir las necesidades básicas de cualquier familia trabajadora. Seguramente ella nos habría oido decir que nosotros éramos pobres, es decir, que no éramos ricos y como las monjitas en el colegio, al hablarles de "pobres" se referirían a los mendigos, a los que no tienen nada y viven de la caridad, para despejar dudas sobre lo que nosotros entendiésemos como ser pobres y para saberlo ella no le quedaba otra que preguntarlo. Ahora nos reimos todos cuando contamos ésta y otras anécdotas parecidas.
El nieto, que estudia en la Universidad y algunos días, cuando sale de clase, se pasa por casa y come con nosotros (con sus yayos, dice él) la verdad es que juntos nos disfrutamos los tres. Creo que eso lo hace más por bien a nosotros que por él mismo, aunque dice que las comidas que hace su abuela son tan buenas que, mientras pueda, no se las quiere perder.
Hace unos días pasó y le dimos un poco de dinero para que se comprase algún capricho a su gusto, ya que se le guardaba como regalo de cumpleaños (es lo que solemos hacer con todos incluso por Navidad o Reyes). Aunque no podemos negar que nos lo agradece un montón, él no lo acepta hasta saber que a nosotros no nos hará falta para cubrir nuestras necesidades, sin reparar en si somos, o no, "pobres de verdad" como decía su madre.
Hace unos días pasó a vernos y le dimos -por su reciente cumpleaños- el regalo acostumbrado y el abrazo -también acostumbrado- que al marcharse nos ha regalado él nos ha emocionado igual que ocurría con los besos y los abrazos de su madre al decirle, para tranquilizarla, que no sufriera por que no éramos "pobres de verdad". Que igual humildad que modestia o sencilléz nada tiene que ver con pobreza.
A los abuelos, a los padres ya viejos, dejándonos comentar estas pequeñas anécdotas, se nos hace inmensamente felices.
Hasta otro momento, amigos.
Saludos
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