30 jul 2010

Callar es mejor que rezar, y rezar no es malo.

Ayer hablaba por teléfono con un paisano y amigo desde la infancia, admirador de ésta tierra y del modo de ser de los catalanes (por los que él ha tratado, dice) y nada más responder a mi llamada, con el acostumbrado y cariñoso saludo de siempre, me pregunta:
- ¿Qué, habrá toros, o no, en Cataluña?.
No lo se -le dije- pero hace ya tiempo que de las corridas de toros en Cataluña ni se habla, o se habla poco. Se dice que hay viejos y muy buenos aficionados a los toros, pero deben ser pocos por que si no torean figuras como en tiempos lo fueron Chamaco, Bernardó y alguno más, hasta el actual José Tomás, casi nunca -que yo sepa- se ha llenado la plaza, ni ha dado para comentarios en la calle.
- Pero en confianza, ¿tú que crees, que en Cataluña prohiben las corridas de toros por defender a los animales, evitarles morir cruelmente, según los antitaurinos, o por ir contra la fiesta nacional hispánica, como dicen los "taurófilos"?.
Bueno, bueno, quedaté con tus dudas, por que lo que yo crea -¡pobre de mí!- no va a servirte de nada. Sé, eso sí, que la inmensa mayoría de los catalanes (nativos o adoptivos) los festejos taurinos nunca los hubiésemos prohibido. Solo faltaba la escusa de los toros -según la gente corriente- para alimentar el manoseado y aburrido anticatalanísmo que se ejerce fuera de esta región, comunidad autónoma, pais, nación, o como quieran que se llame. Han sido tantas y son las barbaridades que se dicen de esta hermosa parte de España, que si seguimos hablando podríamos acabar hablando de todo menos de toros, y sé que tú lo entiendes.
Estuvimos un buen rato cogidos al teléfono, recordando divertidas anécdotas de "antaño" y hablando de cosas nuestras. Al final nos despedimos como siempre, con un "condios" y un fuerte abrazo, deseándonos lo mejor.
A nuestra edad, una auténtica gozada, vamos.
Hasta pronto, amigos.
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