14 mar 2010

Detalles enriquecedores

Por estas fechas, en el año 1992, mis paisanos de la Peña de Tomelloso en la capital de España, en un gesto de infinita y desmedida generosidad me concedieron la acostumbrada distinción de TOMELLOSERO DEL AÑO que la Peña concede anualmente a las personas o grupos e instituciones que, en función de sus competencias, hacen algo merecedor de tan honroso galardón.
En mi caso particular, según consta en la dedicaria del título, fué por creer que mi tarea respecto a la lucha contra el cáncer merecía ser reconocida por todos; conocían cómo había luchado contra mi propio cáncer, el tiempo que lo tenía superado y los años que llevaba luchando contra el cáncer de los demás y decidieron premiarme por ello. De nada sirvió que dijese que "ese mérito no era solo mío", ya sabían cómo estuve de bien asistido por los médicos, que tuve la ayuda totál de mi familia, de amigos que como ellos pidieron por mí, y de tanta gente de mi entorno, que entre todos me lo pusieron tan fácil que no podía defraudarles.
Sin embargo, el emotivo e inolvidable acto de entrega tuvo una segunda parte que redobló mi satisfacción. Ese mismo día se me planteó la posibilidad de participar con la aportación de mi propia experiencia, en la creación de un espacio, en mi pueblo, donde poder rehabilitarse las personas (había varias) convalecientes de cáncer de laringe que no hablaban y se llevó a cabo por que, a pesar de residir tan lejos, no podía negarme. Mi compromiso era el de no regatear esfuerzos hasta la consolidación y buen funcionamiento de Centro, aunque para ello hubiese de desplazarme los primeros años con alguna mas frecuencia de lo que lo hice siempre.
Fueron todos tan generosos conmigo, que por muchos años que pasen, estare permanentemente en deuda con mis paisanos. De corazón lo digo.
Y vosotros, quienes paseis por aquí, disculparme si me repito.
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