23 feb 2010

Montserrat también fumaba y mucho.

La tristemente desaparecida, víctima de cáncer, Dña. Montserrat Roig (escritora y periodísta), cuando supo que existía una Asociación de Laringectomizados (AEL), en Barcelona, vino a visitarnos para conocer quienes éramos y qué hacíamos allí para no quedar aislados socialmente. Ella sabía que algunos de los que ya hablábamos sin laringe nos dedicábamos a trasladar nuestra experiencia a otros operados de lo mismo y le interesó. Vino una tarde y nos preguntó por todo lo que creyó menester, en un lenguaje de lo más coloquial, y su conclusión queda reflejada en este pequeño escrito aparecido en El Periódico al día siguiente y que me permito transcribir literalmente.

Título, LOS MUDOS QUE HABLAN.
Firma, Montserrat Roig.
Dice así:
-Se despiertan de la operación y notan que la cabeza se les separa del cuerpo. No pueden oler, no tienen paladar, ni siquiera pueden decir un somero ¡ay! si algo les duele. Algunos se rebelan hasta volverse locos, los más deciden que se les acabó la vida por que les falta la palabra. Se han vuelto mudos. Son los laringectomizados. Mutilados para siempre por un cáncer de laringe.
Pero algunos hablan. Y van a las cabeceras de hombres desesperados y les cuentan que ellos fueron mudos y que dejaron de serlo. Sin ayuda médica oficial montaron una pequeña esperanza parlante en la calle Provenza de Barcelona. Profesores que también fueron mudos enseñan a hablar por el esófago a hombres adultos, fuertes. Algunos pierden a la familia, por que nos da miedo hablar con alguien que nos oye pero no contesta. A. D. (Presidente de AEL) pensó que su problema no era el único, A. C. (relaciones públicas, portavoz de AEL) aprendió a conversar con su propia imagen ante el espejo. Hoy, entre otros, estos hombres ayudan a sus compañeros para que vivan de nuevo. Pidieron a la Generalitat un millón de ayuda y les concede cien mil pesetas de insulto. Ll. y L. tendrían que saber que en este piso hay algo que no se usa: la fraternidad. Los maestros no cobran nada y los alumnos, si pueden, pagan veinte duros al mes. Y están recuperando la alegria de expresar la palabra precisa, el cálido objetivo. Toda una lección para los que decimos tantas tonterias al día.


Después de conocer lo que hacíamos no descansó hasta conseguir que apareciésemos en televisión. A ella y a R. Sánchez Ocaña se lo agradeceremos siempre.
Pero eso lo contaré otro día.
Por hoy, hasta luego.



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