18 ene 2010

Mira tú por donde.


Removiendo esas carpetas que casi todos solemos guardar en algún cajón, en una de ellas, la mas repleta de todas, encuentro cosas que tengo descuidadas por entender que son de escaso valor, pero que ahora, como soy jubilado y todo mi tiempo es libre, las estoy releyendo y ordenando aunque sirva para poco. Pues se trata de recuerdos; recortes de escritos, cartas, fotografias, apuntes de algunas de mis ponencias en los congresos en que he participado, y todo ello referido a mi compromiso en la lucha contra el cáncer, en campañas informativas y actos organizados con el mismo fin.
Alguno de esos recuerdos, visto desde el lado humano, para este humilde amigo vuestro, tiene un impagable valor y veran por qué. Me referiré a testimonios escritos sobre tres personas (ya fallecidas las tres pero muy unida su memoria a mí recuerdo) de las muchas que fuí conociendo a lo largo de mi actividad, después del cáncer.
En primer lugar está el médico que me curó, insisto, ¡que me curó! Dr. J. Burgués Vila quién me dijo repetidas veces que en el proceso de recuperación yo había batido records, que con solo diez dias hospitalizado, con 28 sesiones de cobaltoterápia tras el post-operatorio inmediato y ocho meses realizando tareas de aprendizaje de "mi otra voz", que pasado ese tiempo me reintegrara a mi trabajo sin apenas dificultad, él no conocia otro caso. No se si me lo decía por presumir de la perfección con que había operado mi garganta, o por caerle bién. Lo cierto es que fuimos muy buenos amigos y cuando lo creyó conveniente, antes o después de intervenir según a qué paciente me proponía visitarle para tranquilizarle y dar confianza, hasta convencerle de que el remedio a su enfermedad solo el médico lo conoce. Sobre el efecto que hacía mi visita en aquellas familias, ni que decir tiene que era altamente favorable.
Otra persona, periodísta y escritora muy conocida, con la que tuve el gusto de contactar fué Dña. Montserrat Roig, que después de hacernos una entrevista escribió un artículo que tituló "Los mudos que hablan" y en el que lamentaba la no asistencia rehabilitadora, por parte de los servicios públicos de salud, a los mutilados de la voz y que cerraba con las palabras que siguen; "qué gran lección para quienes decimos tantas tonterias al dia". Admirable.
Y por último, me refiero a S.A.R. y Señor Conde de Barcelona D. Juan de Borbón, cuando aceptó que le visitara en su residencia particular de Puerta de Hierro. Estuvimos 20 ó 30 minutos comentando -entre otras cosas- sobre las diversas formas de protección que nos permite respirar sin dificultad y la técnica apropiada para articular las palabras con la mayor fluidéz posible. Y de nuestra charla -dijo él- sacó conclusiones tan positivas que al despedirnos me dijo, "Cañas, no se cómo pagarte el bién que me has hecho con tu visita" muchas gracias por todo.
Yo doy las gracias, ahora, a quién me lea y un abrazo.
Como siempre, adios.
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