25 ago 2009

añoranzas benignas

Mis amigos catalanes, los nativos o adoptivos como yo mismo, aun me siguen preguntando si recuerdo haber dejado en mi lugar de origen (a mi me gusta decir mi pueblo) algo que por mucho tiempo que pase me cueste olvidar?. "Algo" es poco -respondo- recuerdo haber dejado infinidad de cosas inolvidables aunque algunas de ellas no desearia revivir nunca. Ojo, y hablo de "cosas inolvidables" que no de personas inolvidables, por que entonces la lista sería mucho mas larga. Me quedaron amigos de la infancia que, todavia y después del tiempo transcurrido, cada vez que nos vemos lo pasamos en grande, recreándonos mirando por el retrovisor de nuestra existencia.
Cuando comento en mis cotidianas tertulias con vecinos del barrio que después de vivir aquí, en Barcelona, mas de cincuenta años, aún retengo en el subconsciente, en forma de reflejos muy agradables, el perfume que dstila aquél "Lugar de La Mancha": el olor a tierra caliza húmeda por efecto del rocio en verano y cuando comienza a evaporarse a la salida del sol; la mies en la era al amanecer y antes de pasarla por la trilla; el olor a mosto fresco en la vendimia, antes del "milagro" en forma de mecanización del campo, es decir, cuando se recogian las uvas con espuertas de esparto y los pequeños y medianos agricultores, que en "mi pueblo" eran mayoria, elaboraban el vino de su cosecha en la bodega de su propia casa, el olor a mosto fresco, repito, y el penetrante olor a azufre, perfumaban el ambiente de manera increible. También creo que era distinto a lo que es ahora, el olor a buen aceite con que desde buena mañana se hacían buñuelos y churros. ¡QUÉ RICOS!.
Ah, disculpenmé si me leen, que no he dicho cuál es mi pueblo, pero si se va a TOMELLOSO y se habla con personas de edad avanzada sobre lo que digo en este comentario, verán qué pueblo y que lo que digo es cierto.
Saludos.
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