5 jul 2009

EL MÓVIL

Sí, me refiero al teléfono móvil. Ese utilísimo artilugio que se ha convertido en pieza imprescindible para todo, como se decía -que yo recuerde- cuando se solicitaba asistenta (criada) o "chica para todo", ya que igual tendrian que lavar ropa, planchar, barrer, quitar polvo, cocinar, fregar platos, hacer recados, llevar a los niños al colegio, etc. Tanto es así, que en la mano o en el bolsillo, (ellos) y en la mano o en el bolso o neceser (ellas), casi todo el mundo lo lleva y lo usa y está bien.
A mí, particularmente, no me gusta usarlo -también lo tengo- si no es para ir al campo, salir de viaje o tener que comunicarme con alguien desde donde no haya otra posibilidad. Qué quieren que les diga: me reconozco torpe a la hora de sacarle utilidad. Me eduqué en épocas pasadas y no he sido capáz de superar mi propio subdesarrollo, lo confieso. De ahí que me incomode oir sonar los móviles en el autobús y en la sala de espera del CAP, por ser lugares que, ahora, mas frecuento. Y no es que me moleste la musiquilla del móvil, ni mucho menos. Lo que no me apetece nada es no poder evitar enterarme de cosas que no me importan, por hablar en voz alta. No crean que exagero, pues igual he oido hablar por el móvil a personas muy enfadadas, incluso llorando, que a otras riendo a mandíbula batiente.
Ya he dicho que a mí me gusta usarlo lo justo, aún así procuro llevarlo cerrado en lugares donde pudiese molestar. Soy así de antigüo, qué le voy a hacer.
Ah, y con el ordenador también me desenvuelvo lo justo, pero lo uso mucho más, por que me entretiene y no hace ruido.
CATEGORÍAS: