26 ene 2007

A LA FAMILIA

Las personas que conviven cotidiana y habitualmente con el laringectomizado, tienen que ser muy comprensivas con él y hablarle en un tono moderado (más bien bajo). Y una vez que tiene el alta clínica se le ha de dejar de tratar como a un enfermo. Si acaso con un poco de "favor", durante la convalecencia, pero sin excederse en atenciones especiales.

El laringectomizado puede valerse por sí mismo, igual que lo hiciera antes de la laringectomía y sólo en escasísimos casos necesitará el auxilio indispensable de otra persona, por tanto se ha de actuar con prudencia no sea que lo interprete como una actitud compasiva hacia él y se le esté mortificando involuntariamente.
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